Hoy catamos… Kimera Garnatxa 2015

el

Hasta hoy – hasta este preciso momento – no había dedicado un solo post a hablar única y exclusivamente de un vino – pero… ¿por qué? ¿si este blog se supone que trata – entre otras cosas – de vinos? Pues que quieres que te diga… no tengo ni la más remota idea… – No obstante siempre tiene que haber una primera vez ¿no? – pues ea… que así sea… – damos por inaugurada la sección hoy catamos… en la que hablaremos de cada uno de los vinos que probemos y nos sorprendan… porque probar se prueban muchos – ¿demasiados? ¡jamás! –  pero la sorpresa solo llega de la manos de unos pocos elegidos.

Las enotecas, vinotecas, bodegas, celleres y lagares son para los winelovers lo que para los frikis una tienda de tebeos: Nos invade un ansia viva de probar cosas nuevas, añadas, ediciones especiales, sorpresas limitadas o, como lo que hoy nos ocupa, colaboraciones excepcionales.

15181405_1894361500796743_7920984353962100213_n
http://www.honestus.es

Como la recomendación tiene un culpable, bien merece ser nombrado: Encontrábame yo paseando por la poco conocida calle Estafeta de Pamplona, cuando mis ojos marrones miel canela posaron su mirada sobre un cartel que versaba «Honestvs«, más concretamente a la altura del número 12 de dicha calle. Una vez dentro, Rafa – el gerente – nos preguntó qué estábamos buscando y la respuesta fue taxativa a la par que contundente: Navarros ¡Por Favor!. Él nos recomendó varios vinos, uno de ellos fue el que nos ocupa  – Kimera – que indudablemente ya no soltamos y otro de Bodegas Máximo Abete – El Máximo – del que hablaremos más adelante, ya que de momento, aun no lo hemos catado.

Si pasais por Estafeta 12 y os gustan estos pequeños templos de culto al vino, no dudéis en entrar y dejaros asesorar por quienes allí trabajan… a buen seguro marchareis con un buen recuerdo que – tras el posterior descorche – os dejará un buen sabor de boca.

Pero volvamos a lo que nos ocupa… Kimera, un vino tinto monovarietal de Garnatxa de montaña criado durante 10 meses de forma muy especial, como antaño – pero antaño antaño – en tinajas de barro.

Este vino nace de la colaboración de dos personalidades – dos amigos – a los que no deberíais perder de vista – si es que alguna vez los visteis – o, si no sabias de su existencia, tirar de google para saber que hay detrás de estos dos nombres: Luis Moya Tortosa y Gonzalo Celayeta.

Tras el descorche y servicio en copa encontramos un vino con una intensidad de capa media-alta. Sus tonos denotan complejidad: a la vista, muy limpio, con colores rojos IMG_6622vivos y brillantes que se intensifican en granate cual cereza picota, conforme nos perdemos en la inmensidad de nuestra copa – ole! – pero lo que realmente nos enamora es ese toque rosa fucsia que refleja sobre el fondo blanco – que podéis ver en la imagen adjunta – y que, al menos a mi, me trae agradables recuerdos de la infancia – véase canica española ¿no?.

En nariz esta muy bien estructurado, mucha fruta negra, un toque de pimienta y un alcohol que pese a sus 14,5º esta muy bien integrado en el conjunto de sus aromas.

La boca sorprende. Denota una evolución positiva en cuanto al indice tánico – el tanino es eso que nos deja una sensación secante en boca – que no solo no se ha visto incrementado al no haber pasado por barricas de madera, si no que resulta tremendamente suave al paladar.

¿Conclusión? vinazo – de los que llaman la atención – primero por los que lo firman, segundo por su etiqueta – irreverente, atrevida o poco tradicional – y tercero porque, ya sea viendo llover o acompañando un cuscús con habitas negras, esta tremendo.

 

 

 

Deja un comentario